Se trata de una práctica con antecedentes históricos, pero actualmente se ha popularizado el incorrecto término ‘fake news’. ¿Cómo reconocerlas en el día a día y no caer en la trampa?
Muchas personas creen que con el aparecimiento de las redes sociales aparece la desinformación, pero no es así. A lo largo de la historia, ha habido miles de casos; sin embargo el término ‘fake news’ o noticia falsa es reciente; en el año 2017 se empezó a popularizar. Es, además, un término incorrecto, porque la noticia es un género periodístico que implica el rigor del oficio y sus más elementales prácticas, entre ellas la verificación. Entonces, no pueden existir noticias falsas. Si son noticias, ha habido un trabajo de investigación, reporteo, contraste y verificación. Entonces, no puede existir una noticia falsa. Por eso, hablamos de desinformación, rumores, inventos, bulos…
Como dice Hannah Arendt, la mentira siempre ha existido como herramienta necesaria y justificable en la actividad política.
Sin embargo, no es reciente la desinformación, lo que sí podemos decir es que con las redes sociales se han masificado rápidamente y se viraliza. Las redes sociales, de alguna manera, han permitido que las personas creen y consuman contenidos a la vez, esto hace que se difunda rápidamente. Estamos en ese tiempo donde la información se genera inmediatamente; se publica, se comparte, incluso los mensajes que se reproducen sobre un mismo hecho son diversos. Por esta razón, cuando de información engañosa se trata se genera un círculo vicioso imparable, y se replica miles de veces en tan sólo segundos.
A la desinformación se la define como difusión intencionada de datos o afirmaciones sin tratamiento riguroso, que distorsionan hechos y transmiten una determinada forma de percibir la realidad.
La Federación Internacional de Periodistas menciona que: “Para frenar el círculo de desinformación es importante que tanto periodistas como ciudadanos puedan tomar conciencia de que es una cuestión que tiene incidencia en la sociedad en su conjunto, que afecta la integridad democrática y que debe ser abordada en sus dimensiones política, social y cultural”.
Con la revolución digital la forma de comunicarnos ha cambiado, se produce contenido que es difundido a mayor escala. La velocidad con la que circula es impresionante por la tecnología. Con ello la ciudadanía se va adaptando a nuevas formas para compartir y recibir información. Ahora las personas se han convertido en un medio de comunicación, en el sentido que comparten lo que quieren, los contenidos con los que se identifican o aquellos temas que les llama la atención, incluso sin dudar de su veracidad. Ahí está el error.
Con las redes nos enfrentamos a la inmediatez con la que se difunde. La propagación de la desinformación se puede detener con tu ayuda:
– Antes de compartir cualquier información, verifica el perfil o autor.
– Fíjate en las publicaciones que comparte normalmente.
– Si dudas de su veracidad, no la compartas.
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