A diario, casi 5 mil millones de personas están activas en sus redes sociales. Sin embargo, la violencia digital está a la orden del día. Prevenirla no sólo depende de las plataformas, sino, también, de las medidas que cada persona tome.
POR: Cristina Gordón, Diálogo Diverso
Samantha comenzó su camino en el activismo hace algunos años. Ella se identifica como una persona LGBTIQ+. Tiene 24 años y es creadora y productora del programa de radio A su Lado, espacio que gestiona junto a más activistas.
«Subimos un video de lo que pasó en la Basílica y recibimos muchos haters«, comenta acerca de los episodios de violencia que han vivido desde su programa. Desde el apogeo de la Web 2.0 y de las redes sociales, el mundo entero cambió a un ritmo vertiginoso. Adaptarse no fue fácil, pues, la realidad se convirtió en un espacio mixto en el cual, quien no está en redes, no existe.
Actualmente, interactuamos en esferas donde la ciberseguridad debe convertirse en una prioridad. Ser visible en redes sociales es un arma de doble filo. Al ser un espacio público, nadie está libre de recibir violencia y discriminación. Escuchar, leer o participar de peleas que se generan en espacios virtuales se ha vuelto parte del día a día.
Estos episodios son las nuevas formas en las que la violencia se expresa. Aunque estamos expuestos a vivir este tipo de discriminación, las personas LGBTIQ+ que han decidido vivir libremente su orientación sexual e identidad de género son más propensas a recibir amenazas o a ser perseguidas.
Entre las formas más comunes de violencia digital están: phishing, grooming, ciberacoso, phubing y la sextorción; acciones que tienen consecuencias graves para la salud física y mental de sus víctimas. Estos tipos de violencia desembocan en la difusión del porno sin consentimiento, información privada y contenidos que vulneran los derechos de las personas. Tarde o temprano la violencia en espacios digitales se transfiere al espacio físico.
Cuando Samantha y sus colegas publicaron contenido referente a los hechos sucedidos en la Basílica del Voto Nacional, en Quito, donde se les prohibió la entrada a personas trans, en noviembre del 2021, recibieron reacciones a favor y en contra. «Nos comentaban cosas como: ¿Dónde van a estar? para irlas a golpear con un bate».
Los riesgos
La situación es alarmante, sobre todo cuando carecemos de las herramientas para protegernos y generar espacios seguros para la diversidad. Así como la violencia y la discriminación, los derechos también se adapataron al espacio virtual. Expresarse libremente en redes sociales no es una utopía; es una realidad y debe ser respaldada por sus usuarios.
Sí, muchas veces la visibilidad se convierte en vulnerabilidad. Jorge Medranda, director de promoción de derechos de Diálogo Diverso, reconoce que la violencia y la discriminación que se viven en la virtualidad, sobre todo en las redes sociales, son provocadas por discursos de odio. Independientemente del espacio en el que estos episodios se generen, pueden repercutir en delitos de odio; actos penados por la Ley.
“Siempre debemos ser quienes somos”, resalta Medranda. Si bien es cierto, los riesgos son varios, estos no deben detener nuestras acciones. “Aunque estamos expuestos a vivir violencia digital, las personas LGBTIQ+, sobre todo activistas, son más vulnerables a experimentar amenazas o incluso persecución”. Siempre depende de los contextos. En algunos países, la censura y los ciberataques hacia activistas LGBTIQ+ son mucho más fuertes; mientras que, en otros, activistas políticos o ambientales reciben la peor parte.
El extremo conservadurismo y la intolerancia hacia la diversidad son la base de estos actos. La orientación sexual e identidad de género no debe ser un motivo de discriminación. Sin embargo, la mayoría de las personas LGBTIQ+ han experimentado episodios violentos en sus redes sociales al expresarse con libertad.
Frente a esto, Jorge Medranda recomienda medidas específicas para salvaguardar la integridad y generar redes de apoyo para personas LGBTIQ+ que han sido víctimas de violencia digital. “Usar las seguridades necesarias en cuanto a privacidad, contraseñas, ubicación y protección de información que se requiera”, señala. Estas precauciones deben ser tomadas en cuenta por quienes usan redes sociales, ya que se consideran normas básicas del ciberespacio.
Dejar en evidencia a quienes ejercen las violencias, puede ser el primer paso. Se recomienda que aquellas personas que viven persecución cuenten a sus seguidores y aliadxs qué es lo que les está sucediendo. Esta medida debe ser realizada con cautela y con la seguridad pertinente, para que no se revelen datos que pongan en peligro la integridad física de la víctima.
https://www.accessnow.org/help-es/?ignorelocale
Independientemente de si se recibe una amenaza explícita o si se es víctima de cualquier tipo violencia digital, es importante acudir a la misma red social para reportar su mal uso con base en acciones que generan odio. De la misma forma, se debe denunciar en el sistema penal respectivo y así prevenir algún acto violento que se pueda transferir en el espacio público físico. También se puede acudir a organizaciones, colectivos o fundaciones que asesoran y acompañan a las personas LGBTIQ+ en estos procesos.
Muchas veces, estos actos buscan provocar y generar más violencia. Frente a esto, es importante guardar la calma y no responder o iniciar acciones que inciten al odio. Detener el círculo de la violencia y prevenir nuevos atentados también está en nuestras manos. Nunca se deben tomar decisiones que puedan afectar más la propia integridad.
Samantha afirma que ella y sus compañerxs toman seguridades en ambos espacios. En redes, borran comentarios o bloquean usuarios que atacan con discursos de odio. En marchas o plantones o cuando realizan reportería, toman otras precauciones. Ser quien eres no debe ser motivo de discriminación. Vivir y expresarse con libertad es un derecho que debe ser respetado en todos los lugares; físicos o virtuales.
Esta nota fue elaborada por DIÁLOGO DIVERSO (https://dialogodiverso.org/didi/) para Ecuador Verifica, la coalición de lucha contra la desinformación que une a medios de comunicación, universidades y organizaciones de la sociedad civil.
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