Con 450 millones de usuarios, en esta red social se publican unos 500 millones de tuits al día. Esto es un espacio de información, pero también caldo de cultivo para la desinformación. El rol de cada persona al consumir el contenido es decisivo, para formar la ciudadanía digital.
Una comunicación instantánea, sin fronteras y a un bajísimo costo -o gratis- es una de las principales ventajas de los medios sociales. La lista de beneficios es extensa e incluye, entre otras, denuncias ciudadanas con alcance exponencial, visibilidad o exposición de perfiles profesionales y facilidades para interactuar e iniciar conversaciones en línea.
La contraparte de estas ventajas es el riesgo de desinformación a la que se exponen millones de usuarios de las distintas plataformas de las redes digitales más usadas en todo el mundo, como Facebook, Twitter, TikTok, Snapchat e Instagram.
Esta preocupación ha sido permanente para quienes abogan por la lucha contra la desinformación, pero hoy vuelve a la agenda, tras la orden del nuevo propietario de Twitter, Elon Musk, de actualizar el algoritmo de esa plataforma y, sobre todo, facilitar la verificación de cuentas con un pago mensual de 8 dólares.
Así, por ejemplo, un usuario identificado como ‘Dios’ se presentó en esta red social con una cuenta verificada y una caricatura de Jesucristo como foto de perfil. Fue apenas uno de los numerosos casos de cuentas verificadas con personajes contemporáneos, históricos, ficticios o usuarios que habían sido suspendidos por propagar desinformación, acoso o incitación al odio.
Este nuevo panorama en una de las redes sociales más usadas en el mundo desencadena dos preguntas obligatorias: ¿cómo erradicar la desinformación en las redes sociales?, ¿que recomiendan los expertos en comunicación digital?
Antes de recomendar algunas buenas prácticas en redes digitales, Pablo Escandón, docente de la Universidad Andina Simón Bolívar y Doctor en Comunicación e Información Contemporánea por la Universidad de Santiago de Compostela, recuerda que la desinformación siempre ha existido, pero en la presente era digital se ha multiplicado exponencialmente la cantidad de personas expuestas a ella.
El catedrático señala tres actividades mínimas que los usuarios de Twitter deben realizar frente a los contenidos que llegan a su “feed” (muro o cronología): filtrado, verificación y análisis propio.
“Lo primero es ver de quién es el ‘tuit’, darnos un trabajito de confirmación, que es un trabajo que normalmente hacen los periodistas para publicar sus informaciones, pero que nosotros como ciudadanos también tenemos que realizar”, indica.
Escandón puntualiza 5 aspectos mínimos a verificar para establecer, efectivamente, si el autor del tuit es un robot, un humano, y, sobre todo, si el contenido es creíble, verificable y válido.
- Quién es el autor del contenido.
- Que la cuenta sea real y no se trate de un ‘troll’.
- Círculo de seguidores.
- Fecha de creación y si está activa.
- Cuántos tuits a publicado.
Sobre la verificación del autor del contenido de los tuits, Escandón deja en claro que esto se complica si se trata de un usuario con una cuenta verificada o “real” por un pago, y peor si esta difunde desinformación o que atentan contra los Derechos Humanos. Si esta situación de sumar cuentas sólo por ganar dinero continúan, Escandón considera que “Twitter terminará por cavar su propia tumba”.
Frente a la desinformación, el docente y experto en cultura digital recomienda asumir un actitud de ciudadanía digital de denunciar y alertar a las comunidades en las que interactúa, que tal usuario difunde desinformación, para que los usuarios que sólo son consumidores, no sean afectados.
“Si nos llevamos por la cuenta verificada, vamos a tener que hacer el mismo trabajo de verificación, de contrastación, de ver quiénes y cómo generan la información. Gente con mayor nivel de formación, que maneja mejor las redes, que puede defender mejor la democracia en las redes, estamos llamados a generar estas alertas”, indica.
En esta misma línea de análisis, el magíster en Política Comparada David Cevallos indica que “cuando uno obtiene información de usuario con una cuenta no verificada en Twitter no siempre significa que esa información sea falsa. Lo importante es siempre verificar con las fuentes oficiales de información. Es indispensable ver si es de un medio de información consolidado o de los canales oficiales de una institución”.
Estas dos comprobaciones mínimas le corresponden al propio usuario de Twitter o de otras redes sociales, insiste el experto, en particular cuando se trata de contenidos con apariencia y líneas gráficas que aparentan ser noticiosas o estatales.
“Hace poco vi una supuesta noticia en un medio desconocido de un nuevo virus que estaba circulando en el mundo. En estos casos hay que ser minucioso y comparar si esa misma información se publica en medios de comunicación internacionales consolidados o páginas oficiales”, agrega.
500 millones de ‘tuits’ al día
Las estadísticas de uso diario de Twitter evidencian el potencial riesgo de desinformación: esta plataforma tiene 450 millones de usuarios activos mensuales y cada día se envían al menos 500 millones de tuits, según un reciente informe de estadìsticas clave para 20023 de la firma Social Shepherd.
Este volumen de generación de contenidos plantea la necesidad de establecer mecanismos de moderación. La búsqueda de posibles soluciones sigue sin consensos más aún cuando se multiplican voces de exigencia de mayor intervención de tecnologías de Inteligencia Artificial.
Te puede interesar:
· En Samborondón, Lasso promovió la opción de Francesco Tabacchi
Comments are closed.