Nov 19

Con un Estado maniatado, la verdadera ley la imponen los reos

Los prisioneros se adueñaron de las cárceles ante la impotencia de las autoridades, hasta las llaves de los pabellones las tienen ellos.

El martes de esta semana el director (e) del Servicio Nacional de Rehabilitación Social (SNAI), Fausto Cobo, informaba en una entrevista a Ecuavisa que la fuerza pública aún no lograba el control total de la Penitenciaría del Litoral, donde el fin se semana se produjo la masacre de más de 60 reos. 

El hecho es que el control de los pabellones en algunas cárceles del país lo ejercen los propios reos, integrantes de grandes mafias, quienes son los que disponen en el interior, recorren los pasillos libremente, sin control; autorizan quién puede ingresar y quien no. La Policía es mera espectadora. 

No es una leyenda urbana, una exageración, un mito, o una información sacada de contexto por la prensa. Lo constató la Comisión de Seguridad Integral de la Asamblea como parte del proceso para elaborar el informe sobre la crisis carcelaria. Más allá del informe, dos de sus integrantes, Rodrigo Fajardo (ID) y Patricia Núñez (UNES), dialogaron con Ecuador Verifica sobre las impresiones que se llevaron en la visita a la cárceles, hace un mes, aproximadamente. 

Una de las prisiones visitadas por Núñez fue la del Turi (Cuenca): “Estuvo ahí el director, pero no nos dejaron ingresar; dialogamos con uno de los policías y dijo que era difícil. Incluso nos aconsejó que no intentáramos ingresar, que no había seguridad y que no nos garantizaba nada”, relató la legisladora.

Mientras que Fajardo, sobre la misma prisión, dijo que se puede observar cómo los reos se mueven libremente en los pabellones sobre los que tienen control. “Es como si estuvieran dentro de una jaula donde se autogobiernan”, afirmó. Agregó que, para desviar la atención, los directores de las cárceles, al conocer de la visitas de las autoridades, arman todo el “espectáculo”  para demostrar que hay, por ejemplo, grupos de música, de danza, de carpintería. “Pero se sale de ese círculo y se pregunta a los mismos policías que nos dicen que todo es mentira, que todo está armado, que antes de que vayamos les avisan a los internos para que se porten bien a cambio de beneficios”, aseguró Fajardo. 

La Comisión realizó un total de cinco visitas a cárceles de Guayas, Cotopaxi, Pichincha, Azuay y Chimborazo. Recogemos lo que observaron en tres de las prisiones más peligrosas del país, según el informe aprobado: 

Penitenciaría del Litoral, visita realizada el 4 de octubre

En materia de seguridad no se permite ingreso de celulares, el personal administrativo no tiene acceso a internet inalámbrico, pero hay redes de acceso para los detenidos. Los filtros de seguridad no cuentan con sistema automatizado de registro de visitantes ni existe un escáner en funcionamiento. Es imposible ingresar a los pabellones, ya que están controlados por las organizaciones criminales. Las llaves de los pabellones las tienen los presos que controlan el pabellón. No se cuenta con cámaras y los protocolos de seguridad son más rutinarios que de verdadero control. “Las autoridades temen ingresar a los pabellones, para ello requieren ‘socializar’ con los internos”.  

En relación a las condiciones de vida, la comida se entrega en la puerta de los pabellones y se desconoce bajo qué criterios es repartida, ya que los guías manifestaron que “sólo Dios sabe lo que pasa dentro de los pabellones”.  

En el informe consta que no es posible una separación técnica de los detenidos, ni por edades ni por nivel de peligrosidad y que el criterio de separación que se aplica es el de pertenencia a una determinada banda criminal. Además, los agentes de seguridad y vigilancia penitenciaria cuentan con dotación mínima de armas no letales, no tienen esposas para trasladar a los presos desde los pabellones hasta el área administrativa desde donde se realizan las audiencias virtuales y hacia el área de salud. 

Cárcel de Cotopaxi, visita cumplida el 16 de octubre

Hasta los amotinamientos de julio de 2021 existían 667 cámaras de vigilancia, de las que quedaron 122, el resto fue destruido.  Sí fue posible entrar a los pabellones masculinos y femeninos, pero consta que es imposible ingresar a ciertos pabellones, que están controlados por las organizaciones criminales. De una parte, se informó que las llaves las tienen los agentes de seguridad, pero los propios guías indicaron que no era así. Los internos se organizan bajo sus propias reglas en los pabellones.

Durante la visita se les informó a los asambleístas que el grupo “Los lobos” tiene el control de esta cárcel desde el amotinamiento de julio y que el ‘comandante Esteban’ es el líder máximo. El Estado perdió el control de esta cárcel desde el 2015, cuando las autoridades del centro llegaron a acuerdos con los Choneros y Los lobos. Uno de los principales problemas de esta cárcel es que no existe acceso permanente de agua potable. Los detenidos han llegado a emplear los retretes para recoger agua en el poco tiempo que se accede a ella, dos horas diarias. 

En este centro tampoco se aplican los criterios de separación por máxima, mediana o mínima seguridad. Las autoridades manifestaron que se debe a la necesidad de controlar el hacinamiento. Las personas que están próximas a cumplir el 60% de la pena no han sido trasladas a mediana o mínima seguridad para la fase final de la pena. 

Cárcel del Turi, visita realizada el 23 de octubre 

Es imposible ingresar a los pabellones, ya que se encuentran controlados por las organizaciones criminales en el interior. De las entrevistas se determinó que ni la policía ni nadie entra a los pabellones. Las llaves las tienen los reos que controlan el pabellón. Los prisioneros pueden cambiarse de pabellón cuando ellos lo requieran. El director de esta cárcel  manifestó que no negocia con los presos, pero no hay un control en los nueve pabellones. El criterio de separación que se aplica es el de pertenencia a una determinada banda criminal. No fue posible determinar la situación de los grupos de atención prioritaria, ya que el control del centro a lo interno lo ejercen los reclusos.

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