Pugnas internas, sondeos previos, activismo anticipado, son algunas acciones que se evidencian con miras al próximo año.
La Izquierda Democrática vivió una semana compleja, con la renuncia de Diego Almeida al cargo de secretario ejecutivo; y de Alejandro Jaramillo a la jefatura de bancada en la Asamblea.
Los dos se mantienen en la organización política, pero sus comunicados públicos reflejan una pugna interna.
Primero fue Almeida, quien el 15 de enero presentó la renuncia y, sin mencionar nombres, expone duras críticas a elementos internos y de la cúpula, y dijo que querían sacarlo de la Secretaría Ejecutiva.
En el oficio de seis hojas, dirigido al presidente nacional del partido, Guillermo Herrera, le desea éxitos en la gestión y le dice que espera que termine su periodo, pero teme “que deberá enfrentar el golpe de estado en los próximos días o semanas”.
Ese mismo día, Herrera escribió en su cuenta de Twitter: “Es momento de quiebre, para reconstruir de manera clara y transparente al partido. Las viejas prácticas políticas se deben desechar, vienen elecciones internas, mi misión es que sean transparentes, coherentes y participativas”.
Mientras que Jaramillo, a través de la misma red social, manifestaba: “Sé que vienen por mí y aquí me encontrarán. El guiño de la mano vanidosa y corrupta empezó hace tiempo una obra de teatro en la que pretenden apartar todo aquello que les resulta incómodo para su montaña de papeles verdes y negociados truchos. Pronto la máscara se les caerá”.
Y a Herrera le respondió en el siguiente sentido: “Nada se ‘reconstruye’ poniéndole precio a la conciencia; tampoco vendiendo a tus compañeros a cambio de 5 ctvs. de poder. La decencia y la coherencia no caben en una persona que, pensando en sí mismo, sacrifica a su gente. Políticos así le siguen haciendo mal al país”.
Su renuncia a la jefatura de bancada la oficializó el 18 de enero. En el comunicado asegura que no tiene nada que reprochar pero que “el agua ha tomado un nuevo cauce”. Su reemplazo como coordinador de bloque es Marlon Cadena, quien se comprometió a trabajar por la unidad de la bancada.
Tanto Almeida como Jaramillo destacan el avance que la Izquierda Democrática logró en las últimas elecciones. De tres asambleístas que tuvo al inicio del anterior periodo legislativo, en los últimos comicios obtuvo 18 curules, de los que se mantienen 14.
La seccionales en la mira
Fuentes internas del partido comentaron que parte de la pugna se debe a la designación de candidatos para las elecciones seccionales de 2023 y que se están repitiendo los conflictos que se generaron en la postulación de asambleístas.
En su renuncia, Almeida asegura que a algunos les “aterra que asuma la candidatura a la Alcaldía de Quito”, aunque descarta cumplir ese rol.
Por su parte Herrera, en entrevista con Sonorama, manifestó que serán más estrictos en la designación de candidatos para escoger cuadros que tengan una hoja de vida limpia, así como capacidad y eficiencia. “Con lo que nos pasó con algunos compañeros asambleístas, estamos curados como organización política”, dijo.
La politóloga Verónica Albuja aseguró que en el 2022, al ser un año preelectoral, todas las organizaciones políticas piensan ya en los cuadros para lograr el mayor número de representantes en los gobiernos seccionales, y las que tienen representación en la Asamblea medirán sus actuaciones en función de los votos que puedan ganar o perder en las próximas elecciones.
Un análisis que se refleja en el tratamiento del proyecto que normará el aborto por violación.
Legisladores y activistas han expresado que se debe votar en función de la sentencia de la Corte Constitucional y con base en la realidad de cientos de niñas, adolescentes y mujeres víctimas de violación, y no como plataforma político – electoral.
Johanna Ramos, activista, cuestionó al presidente, Guillermo Lasso, por anticipar un veto a la Ley sin que esta sea tratada en segundo debate, lo que, dijo, genera presión sobre la Asamblea. “Lo que se está haciendo es usar la vida de las niñas y demás víctimas de violencia sexual con fines electorales, lo que es absolutamente reprochable”, dijo.
Los escenarios
En Quito y Guayaquil, las dos principales ciudades del país, el ambiente preelectoral tiene sus propias características.
En Quito, desde distintos espacios, se sondean nombres de posibles precandidatos y algunos de ellos han intensificado su presencia en redes sociales, detallando las actividades que cumplen, como por ejemplo Jessica Jaramillo, activista que impulsó la remoción del cargo del exalcalde Jorge Yunda.
La activista mantiene desde noviembre de 2021 la iniciativa “Ciudad Capital” a través de la que definirán propuestas para entregarlas al Concejo Metropolitano.
Otros nombres que son motivo de sondeo estos primeros meses son los de la concejala Luz Elena Coloma, del arquitecto Fernando Carrión, y del activista Wilson Merino.
Mientras que en Guayaquil hay expectativa por el desarrollo de la gestión de la alcaldesa Cynthia Viteri, del Partido Social Cristiano, organización que se ha mantenido en ese poder local desde 1992 de manera consecutiva.
Viteri buscaría la reelección pero el correísmo ha tratado de arrebatarle ese Municipio y no se descarta el nombre de Marcela Aguiñaga para lograr ese objetivo.
También se ha mencionado al exvicepresidente de la República Otto Sonnenholzner.
El Consejo Nacional Electoral definirá en las próximas semanas el calendario electoral, y las “frutas empezaran a moverse” en el interior de los partidos y movimientos políticos.
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