Rafael Bonifaz, coordinador tecnológico de Derechos Digitales, explica en esta entrevista, de una forma lúdica y llena de ejemplos, porque la sobre exposición de nuestra vida en la web y redes sociales podría traernos serios riesgos, si no tenemos los cuidados necesarios.
En su niñez, en los años ochenta, Rafael Bonifaz se dejó asombrar por las computadoras monocromáticas de su padre y por los videojuegos de arcade Space Invaders o de “líneas de comando” de Ping-Pong. A partir de este primer contacto tecnológico supo que dedicaría su vida por completo al mundo de la informática.
Hoy, como ingeniero en sistemas por la Universidad San Francisco de Quito y magíster en Seguridad Informática en la Universidad de Buenos Aires, y con una trayectoria profesional de dos décadas, Bonifaz, está en la capacidad de ayudar a la gente a tener una vida digital más segura.
Por lo menos así lo demuestra su trabajo como coordinador tecnológico de la oenegé internacional Derechos Digitales, en la cual, junto con otras instituciones, organiza para este 18 de marzo, en Quito, una jornada de divulgación sobre la protección de la privacidad digital.
“Vengo del mundo del Software Libre, un grupo de gente que ve la tecnología con una visión política, no a favor de un partido u otro, sino en el sentido de que quien controla la tecnología, puede usar a las personas que usan esa tecnología. Y el Software Libre busca que la gente controle la tecnología y no dependa de terceros”, declara sobre su misión profesional.
A este informático quiteño Ecuador Verifica le preguntó qué significa eso de la privacidad en los actuales tiempos; y, sobre todo, cómo entenderla de forma práctica sin confundirse ni quedar abrumado en medio de contextos cada vez más complejos, por el creciente impacto de tecnologías digitales que se renuevan casi a diario.
¿Cómo se entiende la vulneración de la privacidad en el mundo digital?
En el mundo digital es un poco difícil entender cómo se puede vulnerar la privacidad. En el mundo físico, si yo estoy conversando contigo y viene alguien, se sienta al lado y se pone a escuchar, o alguien nos graba, sentimos eso y cambiamos la forma de hablar. Pero en el mundo digital, no. Si yo envío un mensaje por WhatsApp, WhatsApp sabe que estoy enviando un mensaje, dónde estoy, qué teléfono estoy utilizando. Y ese tipo de cosas son invasivas, sin que hagamos nada, porque no se siente. Y, si vemos dónde se guardan nuestros datos, comprenderemos el riesgo.
¿Dónde hay que poner mayor atención, dónde corren mayores riesgos los ciudadanos?
Por un lado, hay que poner atención sobre los datos que almacena el Estado, empresas y bancos; por otro lado, en la información personal que publican en redes sociales. Esta última depende del ciudadano, mientras que la primera depende de quién guarda los datos.
En consecuencia, la privacidad en internet es igual de importante que en el mundo físico….
La privacidad en internet viene a ser lo mismo que la privacidad en el mundo físico; obviamente, es otro espacio en el que nos movemos. Y una forma de definirla es tener el control de la decisión de qué parte de mi vida comparto con quién.
En el mundo físico, por ejemplo, yo tengo una pareja, hablo con mi pareja y tengo ciertas conversaciones que no voy a tener si aparecen mis hijas. O si estamos en el trabajo, con el jefe, las conversaciones serán distintas a la de los compañeros. En internet esto es más difuso, más complicado, como en el ejemplo anterior, WhatsApp y otras redes saben cuánto tiempo duran mis conversaciones, o si es una llamada telefónica.
Lo mismo pasa en las redes sociales…
Sí. Si, por ejemplo, estoy en una fiesta y me toman una foto y la suben a Facebook, probablemente nadie preguntó si me siento cómodo con que se publique. Y si, probablemente no quiero que esa foto se publique, se está invadiendo mi privacidad por compartir un momento de mi vida que no conozco, porque no conozco a todos los amigos de mi amigo en Facebook y probablemente no conozco a todos mis propios amigos.
Esto se vuelve muy difuso y puede generar riesgo porque en internet se vuelve muy difusa la capacidad de control que tengo de compartir qué parte de mi vida con quién.
Si un periodista de investigación, por ejemplo, investiga un caso de corrupción en un país X, se está poniendo en riesgo al enfrentarse a gente muy poderosa. He visto casos reales de periodistas que hacen ese tipo de investigaciones y al otro día se publica una foto de su hijo en Twitter. Entonces, no sólo me pongo en riesgo yo, como periodista.
Pero también hay una responsabilidad del propio usuario de las redes sociales sobre lo que se comparte
Si alguien comparte, por ejemplo, su actividad en Facebook, en Instagram o cualquier red social y dice dónde vive, toma fotos de su casa desde donde se ve el Cotopaxi, pero luego publica fotos de la playa que visita, entonces se puede saber que capaz esa casa no está ocupada. Y esa información puede ser usada por ladrones para robar la casa.
Es uno de muchos casos de potencial riesgo…
Sí, basado en lo que yo publico se puede saber mucho de mí, y alguien puede pretender que me conoce y llevar una conversación basada en lo que leyó de mí en redes sociales y puede tratar de estafarme, de una u otra manera.
Entonces, es un tema de importancia capital en los actuales tiempos…
Saber cuidar la privacidad es una forma de protegerse en el siglo 21 y es algo que debemos aprender a valorar.
Pero, ¿cuál es el primer paso para que la gente proteja su privacidad digital?
Tener consciencia de qué publicamos y qué no en internet, porque no se trata de no publicar nada y que todo se mantenga en secreto. El concepto básico de la privacidad es saber qué comparto y qué parte con quién. Y puede haber temas que yo conozco mucho, puedo ser un profesional en determinado ámbito y quiero que la gente sepa eso, quiero que me contraten. O tengo un negocio y necesito promocionarlo para que compren mis productos.
Entonces, el internet nos da la posibilidad de tener un espacio público que antes no teníamos. Y es bueno saber aprovechar ese espacio público, pero también las redes sociales, en especial Facebook, ha hecho que haya una línea muy gris entre la vida pública y la vida privada: primero publico lo que estoy vendiendo y luego fotos de mis hijos o del almuerzo en el que estuve.
¿Qué recomienda?
Mi recomendación principal es evitar publicar cuestiones privadas en redes sociales. Y si queremos compartir la foto de un hijo, de un familiar, es mucho más recomendable hacerlo desde un grupo de WhatsApp de la familia donde sabemos quién está y acordamos no subirla en otras redes sociales ni con otra gente que no quisiéramos compartir.
Lo primero, entonces, sería evitar este tipo de exposición pública que a veces nos hace sentir importantes o famosos, porque alguien nos da like y nos estimula, pero a la vez, esos likes, que luego nos olvidamos, van dejando una huella: pasan los días, los meses, los años y van armando un perfil de quién son yo.
Esto es lo que se conoce como ‘investigación de fuentes abiertas’, que es muy utilizada por periodistas, para investigar, por ejemplo, quién es tal ministro. Eso mismo se puede hacer a nosotros por parte de alguien que nos quiera robar, estafar, quiera sacar provecho de mí o hacerse pasar por mí.
Lo primero, entonces, es evitar una sobre exposición y tener un propósito de cada publicación.
¿Estos temas cómo aterrizan en ‘PrivaciQ’, la jornada de divulgación que organiza Derechos Digitales para este 18 de marzo?
El objetivo del evento es generar sensibilidad sobre la privacidad en internet. Hablaremos sobre vigilancia masiva, el conocimiento abierto y cómo puede convertirse en herramienta para protegernos de mejor manera, en un foro trataremos cómo se criminaliza a la gente que sabe de seguridad informática, por ejemplo, el caso Ola Bini.
Adicionalmente, viene la gente del navegador Tor, que es uno de los proyectos de software libre más importantes en el mundo para tener anonimato y seguridad al navegar en internet, pensado en gente en riesgo, pero también en personas que necesiten seguridad al navegar. Nos contarán por qué es importante, cómo funciona, de qué nos protege y de qué no, etc.
También tendremos un par de talleres técnicos: cómo usar Tor en el celular y cómo tener una nube propia y autónoma, sin mayores requisitos económicos. Este último es un taller un poco más técnico, pero alguna organización podría conseguir ahí un técnico que les ayude a implementar. Si yo uso Google Drive, por ejemplo, comparto mi informático, Google puede leer mi información. Si uso Dropbox, One Drive pasa lo mismo. Acá, en cambio, buscamos una computadora en la cual se guarda la información y si nos conectamos a la red a través del navegador Tor podemos guardar la información.
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